miércoles, 12 de noviembre de 2008

Microfinanzas, dignidad y desarrollo

“El crédito no es solamente una herramienta generadora de ingresos. Es un arma poderosa para el cambio social, un medio para que la gente encuentre un nuevo sentido a su vida. El crédito es un derecho humano”. Muhammad Yunus.

Dicen que segundas partes no son buenas. Sinceramente espero que este artículo represente una excepción a la regla general.
El 5/8 del presente año publiqué un artículo titulado “Microfinanzas, constructoras del porvenir”. Dicho post describía los principales lineamientos de la ley 26.117 “Promoción del microcrédito para el desarrollo de la Economía Social” además de comentar en que consistían los cimientos del sistema creado por Yunus.
El presente trabajo intentará profundizar el tema mediante un análisis desde un punto de vista económico y social.
En primer lugar vale la pena destacar la diferencia conceptual entre microfinanzas y microcréditos. El primer concepto esta dado por un conjunto de programas e instituciones que proveen de servicios financieros (crédito, ahorro, etc) a hogares carenciados, combinando en ciertas ocasiones con efectos no financieros (capacitación, asistencia técnica) a los efectos de generar oportunidades de desarrollo empresarial. El término microcrédito se diferencia únicamente del anterior en que el mismo excluye al servicio de ahorro.
Alfonso Prat- Gay, prestigioso economista, es uno de los abanderados en la causa de los microcréditos. Creó la Fundación Andares (
www.fundacionandares.org) que se ocupa de investigar la temática y brindar asesoramiento técnico a las Instituciones Microfinancieras (en adelante IMFs). Prat- Gay postula que la teoría del derrame esta agotada. Prueba de ello esta dado por el hecho que en los últimos años ha habido un gran crecimiento económico, superávit fiscal, altos precios de los commodities y sin embargo, los índices de pobreza y desempleo no se han reducido. Por el contrario han aumentado de manera preocupante.

El sistema de microcréditos representa una alternativa para luchar contra la pobreza. Significa la posibilidad de que los sectores más postergados puedan acceder al crédito y de esa manera desarrollar sus capacidades. Asimismo es una herramienta para una vez por todas derrotar al asistencialismo electoral, promoviendo la cultura del esfuerzo y la capacidad empresarial.
Considero muy atinadas las palabras de Amartya Sen: “más que la oferta existente de bienes y servicios, los que determinan el nivel de vida de los habitantes de un país son los derechos adquiridos por los mismos y las capacidades generadas por esos derechos”.

Según las estadísticas de fines de 2006, en la Argentina existen 98 IMFs y 30.000 clientes con un mercado potencial de 1,6 millones de personas. Principalmente están representadas por ONGs, Asociaciones Civiles subsidiadas y Sector Público. Los Bancos en general, no se interesan en participar de este sistema ya que los préstamos son de escasos montos y los costos de transacción y administrativos así como el peligro de recupero son muy altos. También la escasa participación de los Bancos encuentra su razón de ser en la asimetría de la información existente cuando el prestatario, perteneciente a los sectores vulnerados, no es poseedor de un inmueble o un rodado que pueda garantizar que el dinero prestado por la entidad bancaria volverá.
Una modalidad utilizada por las IMFs para contrarrestar la mencionada asimetría de la información y el riesgo moral, entendido como la aptitud de las partes para cumplir el contrato es la garantía solidaria. La misma consiste en que un grupo de personas debe agruparse para recibir un crédito (modalidad de crédito grupal). En el caso de la Fundación Progresar deben ser tres personas. Si una de los miembros del grupo no devuelve el préstamo con su respectiva tasa de interés, perjudica a los otros en atención a que deberán pagar lo debido si desean acceder a un nuevo crédito que les permita seguir desarrollando su microemprendimiento.
Otra herramienta para combatir la asimetría de la información es el incentivo dinámico que se traduce en premiar el cumplimiento de los pagos con renovación del crédito a una menor tasa de interés.
Diversas IMFs también necesitan conocer el hogar del emprendedor y su proyecto a efectos de evaluar el potencial éxito del mismo.
Respecto de los créditos individuales, un requisito para recibir el crédito es garantizar la asistencia a reuniones grupales mensuales para fomentar su relación con otros microemprendedores.

Una de las mayores dicotomías a las que deben enfrentarse las IMFs es elegir su prioridad: sustentabilidad financiera o impacto socio económico.
Las Instituciones que priorizan la sustentabilidad finaciera son aquellas que apuntan a los más ricos entre los pobres y cobran altas tasas de interés.
Por su parte, aquellas ONGs que otorguen preponderancia al impacto socio económico se dedicarán a tratar con la población más vulnerable y cobrarán las menores tasas de interés.
Un ejemplo clásico de tener en miras la misión social es el Grameen. El Banco de los Pobres creado por Yunus cobra un 16% de interés anual mientras que para ser sustentable debería cobrar 32% anual.
Existen ocasiones en que una Asociación tenga por norte lograr un cambio social y a largo plazo lograr sustentabilidad financiera. Tal es el caso de Avanzar, una Asociación creada por la profesora Marta Bekerman y estudiantes de la FCE UBA que comenzó su trabajo en dos Villas en el año 2000, otorgando su primer préstamo por $200 llegando como máximo a $1500. Cuando publicó su libro en 2003, los microcréditos habían alcanzado un verdadero éxito al punto que pronosticaba que en un futuro cercano el proyecto lograría sustentabilidad financiera.

Un dato interesante esta dado por el hecho de que el 95% de solicitantes de microcréditos son mujeres. Esta empíricamente comprobado que además son excelentes administradoras y suelen lograr desarrollar su emprendimiento.
Desde el punto de vista de la regulación legal sobre este tema, en honor a la brevedad, me remito al artículo del 5/8.
No es ocioso comentar que en 2005 se presentó al Congreso un proyecto de ley a fin de modificar el art. 2 de la Ley de Entidades Financieras (25.126) a efectos de introducir la figura de bancos solidarios. Estos Bancos se dedicarían a otorgar créditos a los excluidos del sistema, podrían constituirse con un capital de $100.000, y estarían exentos de Ganancias, Ganancia Mínima Presunta y del IVA por préstamos inferiores a $10.000.
Dicho proyecto nunca vio la luz al no superar el trámite parlamentario.
La principal inquietud que plantea el tema de la regulación es si los beneficios que otorga (exenciones impositivas, institucionalidad) son mayores que los costos (normas de auditoría, controles internos).

Actualmente, en Argentina el 32% de la población se encuentra sumergida en la pobreza. El desempleo se encuentra in crescendo. Por estos motivos creo que se debe incentivar el sistema de microcréditos. Dicho sistema puede ayudar a paliar la crisis y reducir el índice de pobreza.
Dentro de los medios alternativos de distribución de riqueza, se encuentra el criterio de equidad de John Rawls, quién postula que hay que priorizar la atención en los pobres, los más necesitados, pues nadie se encuentra exento de caer en la pobreza.
No es ocioso aclarar que en la presente coyuntura en la que las suspensiones y despidos son moneda corriente a causa de la depresión económica, las microfinanzas pueden representar la opción de subsistencia de aquellos que se encuentran desempleados. Claramente el camino a recorrer no es fácil ya que aún quiénes nos encontramos en la Universidad no hemos sido educados para ser emprendedores sino que nos han adiestrado desde pequeños para convertirnos en mano de obra barata de empresas y grandes estudios jurídicos.
De todas maneras no hay que desalentarse en vistas que sobran ejemplos exitosos de emprendedores que comenzaron solicitando créditos de $300.

Por otra parte estoy convencido que esta alternativa puede combatir el cínico sistema clientelístico que toma como rehenes la voluntad de quiénes se encuentran en un desesperante estado de necesidad. Un ejemplo vívido de que las microfinanzas son capaces de derrotar el clientelismo político es la Cooperativa La Juanita, encabezada por el líder piquetero Héctor Toty Flores. Él mismo rehusó aceptar los Planes Trabajar por no trabajar y optó por recibir subsidios que le permitiesen a su Cooperativa generar emprendimientos productivos. En lugar de elegir camino fácil, estos trabajadores desocupados privilegiaron la cultura del esfuerzo y la dignidad.
Los microcréditos fortalecen el autoestima de quiénes invierten en un proyecto que les permite vivir y representan en parte, la igualdad de oportunidades que el Estado debe asegurarse de brindar a todos los habitantes.
El Estado, en su calidad de garante del bien común, entiendo debe profundizar el trabajo sobre este tema, instalar el debate en el ámbito académico así como en los medios de comunicación, regular la actividad si eso implica la prosperidad de la misma a fin de cumplir con el mandato constitucional de la cláusula del progreso contenida en el art. 75 inc. 19 de nuestra Constitución que estipula “proveer lo conducente al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social, al la productividad de la economía nacional…”.
Nosotros, por nuestra parte, para comenzar, podemos sumarnos al proyecto de asesoramiento a Micro empresas que la Universidad de Derecho realiza en conjunto con la Facultad de Económicas.

CF


Bibliografía:

BEKERMAN, Marta; OZOMEK, Sabina; Microcréditos para sectores de bajos recursos en la Argentina: la experiencia del proyecto Avanzar; CENES (Centro de Estudios de la Estructura Económica); 2003.
PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), Microfinanzas en la Argentina.
http://www.grameenarg.org.ar/site/homepage.asp?IdSeccion=19

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